El amor: ¿sentimiento o decisión?
Un día una persona me preguntó a través de Facebook: «Silvia, ¿el amor es un sentimiento o una decisión?». Me gustó mucho la pregunta porque creo que el amor es una consecuencia que se da inevitablemente cuando en una relación existen los ingredientes necesarios para ambos en su justa medida.
Si hay amor, bien. Si no, ¿qué opciones tenemos? ¿esperar cambios? ¿pedir cambios? ¿exigir cambios? ¿soñar cambios? Porque lo único que está claro es que algo tendrá que cambiar para que pueda ir bien finalmente y podamos sentirnos a gusto y tranquilos en la relación.
No obstante, esperar que el otro cambie es tan injusto como absurdo. Si no existe amor, hay que irse a otra parte a probar suerte. El problema es que hemos empezado con tantas ganas que al tener de frente la cruda realidad que nos dice a gritos que aquella no es la persona que esperábamos que fuera, es como si no acabáramos de comprenderlo; no podemos asumirlo así, tan de golpe. Entonces intentamos seguir buscando entre los rinconcitos de nuestra memoria, que nos recuerda lo que fue en un momento pasado, y al verlo, nos retorcemos de dolor al saber que ya pasó y que todo indica (aunque pretendamos ignorarlo) que con esa persona no volverá a pasar. El pasado nos atrapa y nos seduce para que volvamos a hacerlo presente, pero, lamentablemente, eso no es posible.
Es en este momento cuando debemos empezar a mirar de nuevo hacia el siguiente capítulo del libro de nuestra vida. Es importante que tengamos la capacidad de tocar fondo y que logremos decir: «Vale, esto es lo que tiene que ser. Lo acepto porque no depende de mí, pero ahora voy a definir, a partir de lo que he aprendido, qué es lo que quiero de ahora en adelante». Para lograrlo no podemos seguir mirando hacia atrás, sino que debemos trabajar con unos mensajes determinados desde nuestro ingenioso cerebro. Todos estos pasos son claves para conseguir nuestro objetivo principal, dejar de sufrir por amor.
Está comprobado que la mayoría de quienes no logran avanzar por haber quedado atrapados en un amor intoxicado viven mentalmente en el pasado. Podemos quedar atrapados en el pasado que un día fue o en el futuro que siempre soñamos que llegará, a pesar de ser algo absolutamente imposible. Y podemos ver que es imposible porque al observar el presente, vemos con total claridad que la persona que está a nuestro lado (si es que aún está) no es la misma ni tiene nada que ver con la protagonista de nuestras fantasías de futuro. Aceptar esto requiere, sin duda, grandes dosis de valentía porque implica llegar a rendirse, y en el desamor, para rendirse, hay que ser muy, muy valiente.
Ahora ya sabemos que la mayoría de las veces no sufrimos por amor. Sufrimos por desamor, y esto lo cambia todo.
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