¿Cómo gestionas tus emociones?

Lo primero que hay que tener claro, es que no hay emociones buenas ni malas. Serán adecuadas o inadecuadas dependiendo de si nos limitan o potencian hacia lo que queremos conseguir.
Hay cinco emociones básicas que son: amor, miedo, tristeza, rabia y alegría, y se ha demostrado que no son aprendidas, sino que ya están en nuestro código genético.
Cuando surge una emoción que nos genera malestar y no la expresamos, esta se convierte en una emoción sustitutiva. Esto pasa mucho en las relaciones de pareja: si el otro tiene alguna conducta que nos desagrada y no le decimos nada (por no generar conflictos), y esto se repite alguna otra vez, llegará un día que por algún motivo insignificante tendremos un «ataque de ira» que parecerá del todo desproporcionado. Aun así, el motivo habrá sido, no gestionar aquella emoción inicial de malestar adecuadamente.
Según Marshall B. Rosenberg, hay tres pasos básicos que todos podemos seguir, para gestionar nuestras emociones, cuando nos encontramos en situaciones de conflicto interior:
- Observar la realidad: ser conscientes de qué es lo que está pasando y qué siento con ello.
- Ser capaz de describir y expresar. qué me hace sentir esta situación que estoy viviendo. Compartirlo con el otro.
- Encontrar el «para qué» estoy sintiendo esto. Las emociones que sentimos nos dan información de las necesidades no cubiertas que tenemos en este momento. Hay que averiguar cuáles son.
Como veis, una vez más se trata de tomar conciencia, de mirarnos, de escucharnos, de sentirnos, de ponernos en contacto con nosotros mismos y comprendernos. Cuando conseguimos hacer esto, es cuestión de aprender a comunicarlo, de expresarlo y a partir de aquí entenderemos con qué finalidad nuestro cuerpo nos ha activado esta emoción. Veremos cuál es su mensaje y así, solo así, podremos darnos lo que necesitamos y recuperar de nuevo nuestra paz interior.
«Entre el estímulo y la respuesta, hay un espacio. En ese espacio reside nuestra LIBERTAD y nuestro poder para elegir la respuesta. De esa respuesta depende nuestro crecimiento y nuestra FELICIDAD» Nelson Mandela