Crear un entorno sano para nuestros hijos
¿Qué ocurre cuando nuestro hijo de 6 años está jugando en el comedor, aparentemente inmerso en su juego, con sus fantasías de marcianos contra cowboys, y nosotros estamos discutiendo, cada vez con un tono de voz más alto, nos alteramos, perdemos el control y nos insultamos o nos faltamos al respeto?
¿Qué ocurre cuando ese padre, que carga encima las cicatrices de un pasado de lo más tétrico y doloroso, llega a casa y le dice a su hijo un poco inseguro y a quien jamás ha abrazado, que nunca llegará a nada en la vida o que es un completo inútil, y se lo dice simplemente porque tiene la creencia de que así le ayudará a superarse?
¿Qué ocurre cuando esa madre que se ve obligada a separarse porque el padre se ha enamorado perdidamente de otra mujer y la ha dejado, movida por el depecho y la rabia que nos genera una ruptura forzada, se hace la víctima delante de su hijo y le dice que está muy mal y todo por culpa de su padre que los ha abandonado porque no les quiere? O peor aún, en muchísimas ocasiones, movidos por las ganas de hacer daño al otro, que siempre nacen en nosotros cuando nos ocurre algo así, le impedimos a nuestro ex que pueda ver a nuestro hijo sin pensar en absoluto en qué es lo mejor para el pequeño.
Educar desde la relación de pareja
De entrada y a nivel teórico, parecería que para todo padre lo más importante son los hijos, pero hay demasiados casos que demuestran que la práctica no acaba de ajustarse a esa idea, y esto es muy pero que muy grave. Al fin y al cabo nuestros hijos son dependientes de nosotros y no solamente a nivel material o económico. Dependiendo de qué sea lo que les enseñemos con nuestros actos y nuestra manera de comportarnos en el día a día y en la relación de pareja, ellos se irán construyendo una personalidad determinada con la que se relacionarán después con el mundo, con los demás.
Dicen que “educar” es lo que hacemos con nuestros hijos cuando no estamos intentando enseñarles nada. Siempre estamos controlados por su atenta mirada que aunque parezca que no nos ve, lo está grabando absolutamente todo de nosotros. Nuestra actitud, nuestra conducta, nuestras reacciones… Y ante cada una de ellas el niño siempre llega a la conclusión que el padre/madre tiene razón, que lo hace de forma correcta. Son esponjas que solo se dedican a absorber y todo aquello de lo que beban, formará su red de creencias que darán sentido a sus futuras vidas.
Muchos padres ni siquiera se plantearán jamás nada de todo esto, pero por suerte cada vez hay más conciencia entre las personas, cada vez nos hacemos más preguntas y hay mayor necesidad de encontrar respuestas, pero aun así, no es suficiente. Con demasiada frecuencia los niños se ven envueltos en entornos tóxicos para ellos que asumen como “normales”. Eso es lo que van a reproducir el día de mañana, donde se van a sentir cómodos (aunque sea muy tóxico o dañino algo les empujará hacia esa dirección, es lo que nos pasa a todos) y en el momento en el que nos demos cuenta de ello, debemos hacer lo que haga falta para evitarlo.
Si nos separamos y eso genera malestar en los hijos, es porque haya algo que no estamos haciendo bien y es nuestro deber aprender a separarse de la mejor forma cuando hay hijos de por medio. Somos nosotros quienes hemos decidido traerlos a este mundo al darles vida y es nuestra responsabilidad hacerles el mayor bien posible con nuestra conducta.
La pregunta clave
Ya hablaremos con más profundidad sobre cada uno de estos casos. Este artículo pretende ayudar a que despertemos y que nos preguntemos: ¿a pesar de que nuestra intención es hacerles un bien lo más grande posible, qué sentiría si el día de mañana cuando ellos sean adultos construyen una relación o situación familiar igual a la que yo tengo hoy? ¿Me sentiré orgulloso/a de lo que le he enseñado? ¿Estaré contento del legado que les dejo?
Deja que la respuesta aparezca de forma automática en tu mente, y quédate con la primera que te venga. Atrápala, eso es lo que te dice tu intuición y esa respuesta es la que marca el siguiente paso que debes dar en la ruta de tu vida.
Aprender a actuar con nuestros pequeños de la mejor forma posible cuando nos encontramos en situaciones familiares complicadas, es el mejor regalo que podemos hacerles. Les ayudaremos a que tengan más herramientas para construir un futuro mucho más sano y constructivo.