Cuando hay que terminar una relación
Como todos sabemos, las relaciones de pareja a veces duran toda la vida y otras veces no funcionan y tenemos que finalizarlas. A veces duran muchos años y las dos personas viven en armonía y equilibrio, sintiéndose realizados y más llenos el uno con el otro. Se respetan y se eligen pero saben que no se necesitan.
Otras veces duran muchos años, pero la relación es un verdadero tormento. Siguen juntos por inercia, por costumbre y por comodidad (aunque estén terriblemente mal). Sienten que es lo más fácil y ven lo que les pasa como si no fuera tan grave. Se “acostumbran” a aquella vida, aunque por dentro sienten una profunda infelicidad.
Vivir así es el peor error que podemos cometer como seres humanos. Aceptar una relación que no nos hace felices, que no nos llena ni es lo que queremos, por miedos o inseguridades o simplemente por rutina, es muy triste. Sobre todo porque en estos casos, lo que hacemos no es ACEPTAR la situación, sino RESIGNARNOS a ella.
* La RESIGNACIÓN, es adecuada cuando nos encontramos ante una situación en la que no podemos hacer nada porque no está a nuestro alcance (fenómenos meteorológicos, la muerte de alguien, si ya no nos quieren, etc).
* La ACEPTACIÓN implica elección. Cuando podemos elegir, aceptamos algo o no lo aceptamos. Lo que está claro, es que si lo aceptamos, debemos ser conscientes de que lo hemos elegido, y entonces no tiene sentido que seamos infelices con ello, ¿no? ¿No os parece absurdo que elijamos opciones que no son lo que queremos de verdad?
Si nuestra pareja nos es infiel y lo sabemos, pero encima, no lo admite y nos miente durante mucho tiempo… ¿por qué seguimos allí? (evidentemente con ansiedad, con la autoestima por los suelos, con mucha inseguridad y una absoluta infelicidad). En esta situación, PODEMOS ELEGIR, y si seguimos allí, deberíamos estar felices porque lo hemos decidido nosotros. Pero… entonces ¿por qué nos sentimos cada día peor?
¿Por qué nos resignamos a seguir en una relación que no nos hace felices?
En alguna parte de nosotros creemos y sentimos que “no podemos” hacer nada. Porque tenemos miedo, porque no podemos estar solos, porque no seremos capaces… por lo que sea. Pero nos engañamos sintiéndonos y pensándonos incapaces de salir de aquello.
¿Haríais esto con un hijo vuestro? ¿Le diríais, no hijo/a, no salgas de allí, continúa con esta persona aunque te engañe, te humille, te falte al respeto y se ría de ti, porque tu no eres capaz de seguir adelante solo, mejor continúa así infeliz, no hagas ningún cambio… ¿os lo imagináis?
Seguro que os duele hasta pensarlo, pero en cambio, ¿por qué lo hacéis con vosotros mismos? Os hacéis el mismo daño que le haríais a un hijo. Os merecéis salir de allí.
Como digo siempre, al final hay que hacerlo POR DIGNIDAD.
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