Cuando se acaba el amor – Relaciones de pareja

Mariela se metía en la cama por la noche y no podía dormir. Su vida se estaba volviendo gris. Miraba a Javier, su marido, y sólo sentía ganas de llorar. Y lloraba en silencio a su lado mientras él soñaba en sus cosas.
Y se quedaba dormida cuando la tristeza abrazaba con tanta fuerza su corazón, que éste ya no podía pensar más.
Y se levantaba cansada por la mañana y miraba de nuevo a Javier mientras se preguntaba por qué seguía allí. Mariela ya no quería a su marido, sus sentimientos habían cambiado. No es que él fuera una mala persona, ni que la tratara mal, ni que hubiera pasado nada terrible entre ellos. Simplemente sus sentimientos hacia él, ya no eran los mismos.
Lo había hablado con algún familiar pero no encontró el apoyo que necesitaba. Le decían que cómo iba a tirar por la borda diez años de relación por “ningún motivo” coherente. Mariela se sentía muy mal y seguía allí porque llegó a creer que ella tenía un problema que tenía que resolver, para volver a sentir lo mismo que antes por Javier.
Y se sentía extremadamente culpable por sentir aquello, o mejor dicho por haber dejado de sentir lo que se esperaba de ella. Mariela estaba perdida y sólo conectaba con una profunda sensación de desamparo.
Hay muchísimas Marielas a nuestro alrededor, que sufren en silencio por no comprender lo que les sucede y por no encontrar el apoyo y la comprensión necesarias, que las ayude a seguir adelante desde la aceptación y el respeto por lo que sienten.
Siempre decimos que no hay garantías en el amor, y con ello, lo que queremos decir es justamente esto, que puede acabar en cualquier momento. Construir una relación de pareja es una labor que dura siempre y que no podemos dejar desatendida. Si lo hacemos, entramos en una zona de peligro.
Y también puede que lo cuidemos pero que aun así se acabe. Dentro de la relación, crecemos como pareja pero también crecemos de manera individual, y a veces este crecimiento no va a la misma velocidad o en la misma dirección. Y cuando esto sucede, acaba por tensarse tanto el vínculo que nos unía, que se rompe.
Debemos ser honestos con nosotros mismos y con el otro. Nos sabe mal hacerle daño si decidimos irnos, pero es peor el autoengaño que la liberación que produce ser sinceros y afrontar lo que venga.
A largo término, si actúas de acuerdo con aquello que te dicta tu intuición, te darás cuenta que hiciste lo correcto.