Dependencia Emocional III – ¿Por qué sigues allí?
“… En una de esas tantas noches que María se pasaba llorando en silencio en un lado de la cama, se repetía a sí misma con gran lucidez que ya no amaba a Alberto, pero la simple idea de dejarlo, de alejarse de él, le llenaba todas sus células de la ansiedad más absoluta, sentía que se ahogaba, quedaba paralizada, sus piernas no podían moverse y una inmensa impotencia la hacía llorar aún más de desesperación… Y de nuevo, también como cada noche, se diría entre lágrimas que debía aprender a aceptarlo como era, a quererlo, ya que de todas maneras, debía dar gracias por tenerlo a él…”
Las personas que sufren Dependencia Emocional, seguramente se sentirán identificadas con esta situación. Probablemente, lleven mucho tiempo sintiéndose así, años quizás. Estén casados, sean novios, tengan hijos o no… Todas las personas lo vivimos exactamente igual. Es muy importante tener esto claro para darnos cuenta de que no estamos solos. A menudo ni siquiera sabemos que estamos en una situación así, porque el paso del tiempo lo convierte en nuestra manera de vivir habitual y lo vemos normal, nos acostumbramos a ello.
¿Cuánto tiempo llevas renunciando a ser feliz? ¿Sin dormir por las noches o durmiendo mal, con pesadillas? ¿Cuánto tiempo hace que tomas Valiums, Tranxiliums, Diazepam o cualquier otra “droga” para tapar, para poner un parche al dolor y la infelicidad extrema que sientes en tu corazón?
Esta no es la solución. Para muchos médicos es la vía más rápida, lamentablemente, pero tapar la herida no la cura, si la tapas y miras para otro lado esta no puede respirar, no puede hablarte, no se puede curar de ninguna manera. Te parecerá que no la escuchas, pero seguirá ahí, no la podrás sanar. Para curar las heridas del alma, del corazón hay que hablarlas, no hay otra forma. En una situación de Dependencia Emocional hay que tomar conciencia y admitir que debemos hacer un cambio en nuestra vida. Debemos tomar decisiones, darnos cuenta de que somos responsables de nuestra vida y actuar.
Creencias. Normalmente hay unas creencias que nos dificultan que tomemos estas decisiones de cambio:
–El matrimonio es para toda la vida (¿quién puede jurar que sus sentimientos no van a cambiar si pasan cosas inesperadas como una infidelidad, un nuevo enamoramiento, etc.? ¿Quién puede estar seguro?)
–Separación o divorcio es igual a fracaso (¿acaso quedarse en un matrimonio o una relación que no funciona y en el que ya no hay amor, es un éxito? Quedarse en esa situación no tendría ¡NINGÚN sentido!)
–Juramos que nos amaríamos siempre, que no amaríamos a nadie como a nosotros (no puedes jurar algo de lo que no puedes estar seguro, la vida son cambios, son situaciones inesperadas, problemas o retos que resolver). Nadie puede jurar eso estando seguro de que lo va a cumplir.
-Si me marcho, le voy a hacer daño y no puedo cargar con esta culpa (y yo digo, ¿es mejor seguir a su lado sin aceptarlo y sin que ninguno de los dos sea feliz con el otro? ¿Prefieres que seáis infelices los dos antes que intentar ser feliz tú?)
–Si me voy, no encontraré a nadie que sea “x” o “y” como él (¿seguro que no hay nadie más en el mundo con esas cualidades???)
Estas son algunas de las creencias más comunes que nos mantienen atados a una relación adictiva con nuestra pareja, pero hay muchas más. Todas ellas tienen algo en común, como ya habréis notado: son completamente absurdas. Tarde o temprano, tendremos que admitirlo, que aceptarlo y tomar medidas.
Por mucho que nos cueste, si seguimos al lado de nuestra pareja, NUNCA, seremos felices. Por mucho que nos obliguemos a aceptarlo, a que nos guste como es, a querer comprender por qué nos trata así, NUNCA SEREMOS NOSOTROS MISMOS JUNTO A ESA PERSONA POR LA QUE HEMOS DESARROLLADO UNA DEPENDENCIA EMOCIONAL AFECTIVA.
¿Te sientes identificado/a?
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