El sueño de Laura Dekker – Motivación –
La semana pasada tuve el privilegio de asistir a un congreso muy especial en Madrid. Durante dos días pudimos escuchar los mensajes inspiradores, motivadores y transformadores de 21 ponentes excepcionales. Cada uno tenía algo valiosísimo que aportar y así lo hicieron. Fue una experiencia realmente maravillosa. Uno de ellos fue Laura Dekker, y de ella os quiero hablar en este post.
Laura nació en un barco durante un viaje de siete años realizado por sus padres. Hizo suya la pasión de su padre por los barcos (él los construía) y con tan solo 6 años se convirtió en la dueña de su propia embarcación y pronto empezó a navegar sola. En 2009 anunció su intención de convertirse en la persona más joven en dar la vuelta al mundo navegando en solitario. Tuvo que enfrentarse a numerosas autoridades que le prohibían que lo hiciera por ser menor, sin embargo, sus padres la apoyaban y eso le daba mucha fuerza para seguir enfrentándose a aquellos obstáculos. Finalmente lo consiguió y realizó con éxito la circunnavegación en solitario en una embarcación de 11,5 metros, tras 366 días y con tan solo 16 años.
Laura nos explicó su historia durante los 21 minutos que tenía para realizar su ponencia. Fue fantástico escucharla, su energía, la claridad con la que hablaba de que aquél era su objetivo en la vida y por eso lo hizo. Al explicarlo nos transmitía que aquel sueño que ella tenía era lo más normal del mundo para ella. Habló de las dificultades que tuvo, de la gente maravillosa con la que se encontró y de algunas anécdotas que la marcaron para siempre.
Aun así, su ponencia no fue lo que más me impactó de ella. Lo que me impactó de verdad, fue en el momento en que una persona del público le hizo la siguiente pregunta:
-Laura, ¿cómo lo hacías para sobrellevar la soledad? ¿No te costaba? ¿No era duro en determinados momentos? ¿No te sentías triste? Fue un año entero…
La frente de Laura se alzó y sus ojos se abrieron atónitos y respondió:
– ¿Soledad????? ¡Noo! Yo sólo estaba centrada en mi sueño, mi mirada estaba completamente fijada en él, todo el tiempo estaba mirando el objetivo que me había marcado…¿Cómo me iba a sentir sola? ¿Cómo iba a estar triste? Estaba haciendo lo que más deseaba en el mundo…¡Me sentía feliz!!! Mientras estaba haciendo lo que más deseaba, no podía sentirme mal de ninguna manera ¿no? ¡Al contrario!!!
Todo el mundo enmudeció durante unos segundos. Cuanta razón tenía. Qué gran lección nos dio ella y también sus padres, que sin estar allí, también pudimos sentirlos.
Ella tenía un sueño y a pesar de que la mayoría de padres se lo hubieran prohibido terminantemente por los peligros que aquella idea conllevaba, ellos la apoyaron. Sabían que estaba preparada y que a pesar de los peligros aquello era lo que a ella la hacía más feliz del mundo. Tenía que vivirlo.
Y ella, nos transmitió claramente que si uno hace lo que más desea en el mundo, no hay soledad que se asome ni tristeza que nos pueda torcer. Cuando uno hace lo que le apasiona, cuando uno está viviendo su sueño, sus ojos quedan fijados en él, están hipnotizados y no ven nada más. Lo único que importa es seguir adelante, es conseguirlo, es hacerlo realidad.
Y si en aquella aventura perdemos algo de gran valor o incluso la misma vida, por lo menos no habrá ninguna duda de que no queríamos estar en ninguna otra parte en el mundo, por lo menos no habrá duda de que mientras estábamos allí, supimos realmente lo que era la felicidad.