¿Hay equilibrio entre lo que das y lo que recibes en tu relación de pareja?
Hace unas semanas entre los correos que había en mi buzón estaba el de Noelia, que me escribía desde Lugo comentándome su caso. Me explicaba que tenía dudas respecto a su pareja, que no sabía si realmente quería seguir a su lado, pero que si lo analizaba de manera racional, no tenía motivos para sentirse de aquella manera.
Decía que no había pasado nada extraño, que Christian era una buena persona y que desde que ella se sentía así, se estaba esforzando muchísimo para satisfacerla y darle lo que sentía que ella necesitaba. Cuanto más le daba y hacía por ella, peor y más distante se sentía Noelia.
Si solo tuviéramos esto en cuenta, podríamos pensar que Noelia tenía algún problema psicológico o algún trauma emocional, pero en la última parte de su correo, me explicaba como de pasada, que desde el inicio de la relación siempre había tenido que ser ella la que tiraba de los dos, la que llevaba la casa, los niños y las actividades y que él, solo se ocupaba de su trabajo y de ir al gimnasio. Probablemente Christian era una buena persona pero también es probable que Noelia al principio de la relación, no fuera suficientemente clara con sus límites. A menudo para evitar los temidos conflictos en la pareja o discusiones vamos cediendo cada vez más al tiempo que nos sentimos cada vez más y más decepcionados y desilusionados con la otra persona. Y lo peor es que el otro no tiene ni idea de ello, el otro simplemente se va acomodando a aquella manera de funcionar.
En definitiva, Noelia no tenía una rabieta ni quería hacerle pagar por haberse desentendido de tantas cosas durante tanto tiempo. Al fin y al cabo, él no tenía la culpa de nada. Lo que sucedía era que los sentimientos de Noelia habían cambiado. Cuando esto sucede, es muy difícil volver al punto inicial. Solo lo logramos si sentimos que estamos dispuestos a hacer lo que haga falta para salvar la relación y con una terapia de pareja nos implicamos y notamos como nos vamos acercando de nuevo, aprendiendo de los errores pasados.
En las relaciones de pareja sanas es básico que haya un equilibrio entre lo que cada uno da y lo que recibe. No es como en una relación entre padres e hijos en la que este equilibrio no está. Primero el padre da mucho más al hijo que al revés, y cuando los hijos son mayores y los padres muy ancianos, son los primeros quienes dan más. Cuando se trata de una pareja, las dos partes de la balanza tienen que estar equilibradas ya que si no es así, con el tiempo, acabaremos teniendo que enfrentarnos a las consecuencias. Esto es lo que le sucedía a Noelia.
En los casos como el suyo en los que ni siquiera nos apetece hacer una terapia conjuntamente, lo mejor es que asumamos cuanto antes que ya es tarde. Ya es tarde para que la otra persona demuestre lo que siente y lo que está dispuesto a hacer o dar, ya es tarde para intentar retomar la relación donde recordamos que estaba cuando la empezamos, ya es tarde para seguir pensando en dos cuando nos sentimos tan lejos del otro.
Puede que el otro suplique, se arrastre, se esfuerce, se hunda o nos de el mundo entero en sus manos…por mucho que haya, cuando esto pasa, ya es tarde.