La historia de Olivia – Relación de pareja
Quiero compartir con vosotros la historia de Olivia. Creo que es una historia de lo más común y que en muchas ocasiones nos puede llevar a sufrir en exceso, si no razonamos un poco lo que estamos viviendo. ¿Excitación, novedad, ilusión, enamoramiento…cómo lo vivimos? ¿Nos llevan a alguna parte historias como la de Olivia? Veámoslo…
“Mi nombre es Olivia. Tengo 43 años. Estoy con mi pareja desde hace 6, soy abogada, tengo un carácter fuerte, mucha personalidad y siempre he tenido claro que cuando digo de esta agua no beberé, acabo bebiendo…
Quisiste entrar en mi vida y te colaste en ella. Al principio me resistí, pero insististe y al final te di permiso. Ni siquiera me di cuenta y ya estabas dentro.
Sabías que yo era una persona racional, analítica e inteligente y eso te daba una cierta seguridad, te evitaría posibles problemas si la situación se complicaba.
Jugamos con fuego. Nos acercamos mucho y cuando noté que empezaba a quemarme la piel, decidí alejarme. Me costó y empezaba a tener cada vez más ganas de ti, demasiadas ganas y eso me hizo apartar de aquel alboroto sin sentido alguno.
A menudo me preguntaba cómo me habías llevado hasta allí sin que apenas me diera cuenta. Me gustaba aquella historia porque al tiempo de vivir la excitación de nuestros momentos, me aportaba mucha información sobre tantos hombres que actúan a tu modo. Son muchísimos, lo sé porque lo veo con frecuencia. Y te estudié en silencio. Como aquel que se infiltra en una secta para analizar qué pasa dentro y entender cómo manipulan a la gente, pero que sin darse cuenta también empieza a ser manipulado y va entrando en una zona de alto riesgo de la que le puede costar mucho salir.
Yo estaba igual, me daba cuenta del peligro y me decía “solo un poquito más”, pero después de ese poquito quería más y más, hasta que empecé a sentir cierta angustia, esperaba tus palabras a todas horas, ocupabas demasiado terreno en mi mente y la llenabas de ilusiones absurdas que tenía muy claro que no iban a ningún lugar. Creo que en realidad, ni siquiera me gustabas…no me gustabas cuando salía de mí y te analizaba desde fuera, de otro ángulo, como espectadora pero si volvía a entrar sentía que me encantabas, te veía muy dulce, divertido, ambicioso, luchador y muy listo. Me encantabas. Me ha encantado siempre la gente así. Pero dejando aparte el hecho de que tenías pareja, yo tenía claro que no encajabas con mi vida. Nuestras vidas eran diferentes y no sintonizaban.
Por suerte un día ocurrió algo que hizo que me diera de bruces con la realidad y me pregunté…esto ¿dónde nos lleva? Se me ocurrieron cuatro respuestas:
– A que ese deseo se vaya apagando poco a poco hasta morir.
– A ser descubiertos, con lo que otras personas acabarían sufriendo por nada.
– A que uno de los dos quisiera más sin que eso fuera posible por parte del otro.
– A que los dos quisiéramos más, siendo eso malo porque no encajaban nuestras vidas y eso estaba más que claro.
En ese momento me di cuenta de que no tenía sentido seguir, por mucho que me doliera renunciar a esa historia. Estabas en mi vida, sí. Pero debía sacarte de ella. Eso no es fácil, todos lo sabemos. ¿Por qué me había metido en aquel juego? Jamás me gustó jugar, ni el peligro, ni el engaño. Yo era feliz y seguiría siéndolo, lo tenía claro.
Aquella historia podía haber tenido varios finales. Incluso podía ser que yo hubiera estado equivocada y que sí que hubiera un futuro entre nosotros, dos personas diferentes pero demasiado parecidas en realidad. Pero no, no me gustaba el riesgo, al menos no ese tipo de riesgo. Jugar con personas nunca había sido algo atractivo para mí. Me sentía confundida, perdida, asustada, pero desde mi mente racional, que era la que siempre me había guiado cuando me sentía perdida, solo había un mensaje para mí
Y finalmente decidí repetirme esas palabras que tanto me gustaban desde que las leí por primera vez en algún sitio…:
Él escribió tres puntos suspensivos a la historia…
Ella, borró dos.
Fin.