Personas tóxicas
Hoy en día es bien sabido que nuestra manera de ser, de sentir y de comportarnos, es el resultado de una pequeña parte genética y una gran parte ambiental, es decir, fruto de aquello que hemos vivido durante nuestra vida (principalmente en los primeros años).
A partir de todas estas experiencias, hay personas que han desarrollado la empatía, la compasión y una buena capacidad para comunicarse desde la honestidad y la transparencia y otras a quienes esto les es prácticamente imposible. Son las personas tóxicas nos van destruyendo poco a poco, de algún modo, hasta el punto de hacernos perder nuestra propia identidad. Nos vamos olvidando de cómo somos y de qué es lo que nos define. Perdemos nuestros valores y nos adentramos así en un terreno muy peligroso y demoledor.
Cómo detectar y alejarse de las personas tóxicas
Veamos tres ejemplos de personas tóxicas que con bastante frecuencia podemos identificar a nuestro alrededor. No son los únicos pero sí los más habituales:
Personas que te juzgan
Por un lado juzgan a menudo lo que haces, cómo lo haces y por qué lo haces. Te transmiten desde su falsa seguridad, que aquello no está bien y te hacen sentir inferior. Se autoproclaman superiores en la relación, con lo cual uno adopta el papel del que está por debajo automáticamente. Pueden criticarte tu manera de hablar, tu tono de voz, tu acento, la ropa que eliges en cada ocasión o los amigos/as con quienes has quedado. Pueden juzgar tu manera de trabajar y te dicen siempre cómo tienes que hacer las cosas. El otro, al escuchar constantemente este tipo de mensajes, se siente cada vez más pequeño, menos capaz de valerse por sí mismo, más inútil, torpe y poco válido, y eso a su vez, lo lleva a sentir que necesita cada vez más al otro para que le indique cuál es el camino acertado. En definitiva, la autoestima queda borrada así como cualquier recuerdo de éxito alcanzado.
Personas silenciosas
Este grupo sería el de aquellos que cuando se sienten mal por algún hecho ocurrido, no lo expresan contigo sino que optan por quedárselo dentro. Tienen serios problemas para expresarlo y compartirlo, y lo van analizando una y otra vez en su cabeza, para sí mismos. De esta manera, lo que hacen es no salir del punto en el que están atascados. Necesitan otros puntos de vista, un nuevo ángulo de visión desde el que observar su situación pero al no permitírselo, se quedan ahí enfrascados. El otro, sufre mucho porque le ven mal y no consiguen que exprese lo que le ocurre. A menudo la pareja cree que ha hecho algo mal o que por su culpa está así aunque puede que no sea el caso. En estas situaciones, lo que acaba ocurriendo, es que un buen día, por un detalle de lo más tonto, explotan. Y explotan de una manera muy tóxica porque lo hacen con reproches de cosas que pasaron hace mucho tiempo y de las que ni siquiera éramos conscientes (puesto que nunca lo dijo en su momento). Cuando esto ocurre, la persona que está a su lado puede que sufra un golpe tan fuerte y una herida tan profunda que la relación ya nunca vuelva a ser la misma. Siempre hay un punto de inflexión cuando se dan episodios como este, siempre nos acordamos de “esa vez”.
Personas víctimas
El grupo de las víctimas es también muy frecuente y poco agradable cuando convivimos con ellos. Son personas que siempre se están quejando, que lo ven todo negativo y parece que incluso les guste vivir con ese papel. Es su manera de obtener la atención del otro, pero también consiguen ir perdiendo por completo su interés. Uno se cansa de estar al lado de una víctima, de no ver salida a ninguna dificultad de la vida y que no disfrutan con las sorpresas agradables que también les suceden.
Dejar de ser una persona tóxica para los demás
Esta es la gran pregunta que todo el mundo se hace. La respuesta es que todos podemos cambiar siempre que:
1- Tengamos conciencia de que hay algo en nosotros que no es funcional, que nos perjudica.
2- Tengamos un deseo real de hacer lo que haga falta para conseguir ese cambio
3- Pasemos a la acción y nos comprometamos hasta lograrlo.