¿Quién es, en realidad, la persona tóxica?
Julia estaba atrapada. Vivía una relación que la mantenía presa en una vida que no era la suya, no era la que ella deseaba ni merecía. Pero ahí estaba, pudiendo irse y decidiendo quedarse. Pudiendo ser libre, decidía seguir sin libertad.
Su pareja no le aportaba lo que ella necesitaba. No era feliz a su lado, no la hacía mejor, ni la ayudaba a crecer, ni la llenaba de paz. Su pareja le quitaba armonía dejándola en un desequilibrio absoluto demasiado a menudo.
Pero Julia tenía demasiado miedo como para plantearse enfrentarse a esa situación. Las consecuencias le parecían demasiado devastadoras y no se sentía con fuerzas para hacerles frente. Y por ello, seguía allí, atrapada, prisionera, perdida… ¿Era ella la responsable de esa situación? Probablemente, aunque a muchos les cueste mucho entenderlo…
¿Tienes tu parte de responsabilidad…
- Cuando te humillan y te denigran y tú decides quedarte?
- Cuando te hacen sentir que no vales y les das la razón?
- Cuando no cuentan contigo ni te priorizan y tú te haces pequeño/a?
- Cuando se olvidan de ti, de lo que te importa, de lo que te llena y tu eliges la resignación?
- Cuando abusan de ti o te manipulan y tu sigues allí?
- Cuando sigues con alguien que no te abraza de forma sincera, que no te escucha con empatía y a quien no le importa para nada tu dolor?
- Cuando decides creer que no sirves, que no eres suficiente y que nunca lo vas a lograr?
Cuando eso es lo que estás viviendo… ¿quién es en realidad la persona tóxica para ti? Tal vez no sea tu pareja.
Está claro que cuando uno vive este tipo de realidades, no elije actuar así de forma consciente y premeditada. Y aquí está el problema. Simplemente nos dejamos llevar, fluimos por cómo nos vamos sintiendo ante cada una de estas situaciones. Dicho en otras palabras, cedemos el control de la situación al otro y nos limitamos a dejarnos llevar. Perdemos el poder y olvidamos que seguimos siendo responsables de cómo resolvemos cada escenario que la vida nos plantea
Está claro que no elegimos lo que nos ocurre, pero, ante ello, ¿qué decidimos hacer? Aquí está la única y verdadera clave de nuestra existencia, de nuestro éxito en la vida y de la calidad que ésta va a aportarle a los días que nos quedan por vivir.
Cuando alguien está atrapado en una relación tóxica, a veces no lo ve, pero el hecho de no verlo no le exime de responsabilidad. Sigue siendo el responsable de sus decisiones. Si decide seguir allí, debido a su enganche o a su dependencia emocional, es igualmente una decisión suya.
Todos los que lo hemos vivido sabemos que no es fácil salir de esas historias que te atrapan y te rompen por dentro, pero todos los que no nos hemos conformado con ello sabemos que se puede salir. Que la liberación es posible, y que la recompensa es tan enorme que no la podemos ni imaginar.
Es más fácil de lo que pensamos, siempre que tengamos las herramientas y es que, en estos casos, pedir ayuda jamás es de cobardes. Justo al contrario. Hay que ser muy valiente para aceptar que no podemos solos, que ya lo hemos intentado todo y que confiamos en otra mano que ya ha pasado por allí, para que nos acompañe y muestre el camino hacia la salida. Hacia la luz. Hacia la vida.
Ese camino, aunque en ocasiones no seamos capaces de verlo, siempre ha estado allí.
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