Susana y su esencia
Susana tenía un don. Esparcía alegría, la contagiaba en su entorno sin importar con quien estuviera o donde se encontrara. Era auténtica, viva, Susana era un Ser de esos que están llenos de luz.
Sin embargo cuando vino a verme, esa luz no estaba, se mostraba triste y apagada, como si hubiera perdido completamente su esencia, como si le hubieran borrado su autenticidad más genuina. Yo la veía, porque he aprendido a verla aunque aparentemente no esté, después de muchos casos parecidos. Hay algo en mí que siempre percibe esas luces apagadas y una vez percibidas, empezamos el camino para hacer que vuelvan a brillar con todo su esplendor ya que solo de esta manera, la persona recupera su vitalidad.
Susana es de esas personas que viven desde su niña interior, algo que muy pocos sabemos hacer, se sorprendía de corazón, se alegraba en lo más profundo cuando a sus seres queridos les pasaban cosas buenas, y lo celebraba sin filtros, tal y como lo sentía.
Por algún motivo, Susana atrajo a su vida o se sintió atraída por una persona cuyo color más evidente era, sin duda, el gris oscuro. Era una persona tenue, llena de conflictos internos, atascada en muchos aspectos y con una cantidad de inseguridades alarmante en su mochila. Pero a pesar de esto, Noelia (esta pareja) hacía lo que hacen muchas personas en su situación: cuando tenía alguien a su lado que brillaba más, no podía sorportarlo y a través de ese “otro yo” malherido y acomplejado, empezaba a señalar con el dedo, a juzgarla, a hacerla sentir inadecuada e incorrecta. Con el pretexto de que “lo hacía por su bien”, para ayudarla a mejorar, le atribuía a ella todas sus propias carencias. “Gritas demasiado cuando hablas”, “No debes actuar así porque eso denota que eres muy insegura”, “Si te pido que me escribas, no entiendo por qué no lo haces, me decepcionaste una vez más”.
Cuando sucede algo así en una relación, y más si empieza al principio que es cuando nos tenemos completamente idealizados, pensamos que es fantástico, que la otra persona quiera ayudarnos a estar mejor, pero es algo muy peligroso porque la línea entre querer ayudarnos a estar mejor y querer cambiarnos por completo, es extremadamente sutil y llega un momento que la hemos cruzado y ni siquiera nos hemos dado cuenta.
Y nos empezamos a obsesionar en que debemos cambiar esto y aquello, pensamos que la otra persona tiene razón, que sí que somos demasiado así o asá y nos frustramos porque en el fondo esto no nos hace sentir bien. No nos percatamos de que eso es alejarnos de nuestra esencia y jamás lograremos mejorar desde ese camino. Y no hablemos de si su pareja no veía el cambio que exigía, cómo reaccionaba. Era una decepción tras otra, y Susana se sentía cada vez peor, pero a la vez, se resistía a poner fin a aquella pesadilla.
A escasos meses de haberse conocido, aquella relación se había convertido en una escuela a la que la obligaban a asistir (a través de la manipulación encubierta), en la que Noelia era la maestra y ella la alumna retrasada que debía portarse bien, no hacer lada que la enfadara y demostrarle que estaba haciendo avances (a través de perderse a sí misma y alejarse cada vez más de su esencia).
Fue un caso muy complejo y destructivo porque Noelia había manipulado tanto a Susana que esta ya no sabía ni siquiera si quería salir de allí. Por un lado lo pedía a gritos, pero por el otro le costaba. Aun así, Susana no faltó a ninguna cita, y a partir de la cuarta sesión, finalmente, la que entró en mi despacho no era la que vino la primera vez si no que era ella con todo su esplendor.
Fue maravilloso, hay pocas cosas que me satisfagan tanto como ver que de repente alguien aparece y me doy cuenta que vuelve a brillar. Sus ojos estaban iluminados, su sonrisa era viva y su autenticidad había vuelto a formar parte de ella.
Susana aprendió muchísimo de aquella relación. Se dio cuenta de hasta que punto con muy poco tiempo pueden arrebatarnos lo más importante que tenemos: nuestra esencia y nuestra dignidad y aun así que sigamos permitiéndolo como fieles corderitos.
A partir de aquella experiencia, Susana no iba a permitir que nadie más intentara manipularla, había aprendido a identificar esos perfiles tóxicos que abundan, lamentablemente, a nuestro alrededor, y elegir solo a personas que desprendieran también luz propia, que brillaran como ella, para así, juntos poder crecer de verdad.