Tipos de ruptura y cómo afrontarlos
Nos guste o no, hoy en día la persona que no ha vivido nunca la ruptura de una relación de pareja, es la excepción. Y en muchos casos se trata de excepciones frustradas e infelices que siguen allí más por miedos y prejuicios, que por amor (y que conste que con esto, no estoy diciendo que una relación no pueda durar toda la vida y ser satisfactoria).
Sea como sea, la ruptura de una relación siempre es un proceso duro y en muchos casos traumático. A no ser que sea una ruptura de mutuo acuerdo debida a que se ha acabado el amor por ambas partes, acostumbra a ser uno que decide dejar al otro. En estos casos puede que sufran los dos, aunque nunca será por igual.
Tipos de rupturas amorosas y cómo afrontarlas
Cuando uno deja al otro
– Puede que A tenga claro que quiere dejar a B, pero ve a B tan enamorado e implicado en la relación, que no sabe como hacerlo para no dañarle más de la cuenta. A se siente culpable por el daño que sabe que le va a hacer a B, empieza a imaginarle como una víctima, destrozado, hundido y sin ser capaz de salir adelante con su vida. Tal vez A se arma de valor y decide hablar con B, ser sincero, explicarle desde el cariño y la compasión que ya no siente lo mismo, que le duele en el alma hacerle daño, pero que cree que la separación será lo mejor para los dos.
Lo importante en estos casos es que diga lo que diga B, le parezca bien o mal, mejor o peor, no hagamos marcha atrás. La experiencia nos demuestra que cuando uno lo tiene claro y ya no ama al otro como pareja, seguir allí es un autoengaño que nos lleva a invertir aún más años en una relación que está condenada a la ruptura. El amor no se puede forzar ni manipular y cuando se ha ido, hay que saber decirle adiós y cerrar la puerta.
– Puede que A tenga momentos determinados en los que ve clarísimamente que no quiere seguir al lado de B, que no es la persona con quien quiere estar, pero después hay otros momentos en los que tiene dudas. Cuando empieza a pensar en los buenos momentos pasados (tal vez idealizados), o cuando piensa en lo que han compartido, las dificultades superadas o los proyectos imaginados para el futuro…al pensar en estos momentos se echa atrás. Las dudas le paralizan y decide seguir al lado de B un tiempo más. A sufre dependencia emocional y está paralizado por el miedo a equivocarse que le provoca en enganche que tiene con B. Y así, sin darse cuenta, le puede pasar la vida.
Cuando hay momentos en los que estamos convencidos que estaríamos mejor sin la otra persona, es que ha llegado el final. La dependencia emocional es algo muy frecuente y muy dañino porque bajo una falsa sensación de incapacidad de estar sin el otro, nos consumimos poco a poco al lado de alguien con quien no queremos estar. Quien ama de manera sana, en ningún momento duda de ello ni de si la persona que tiene al lado es la que realmente desea.
– En otras ocasiones A se ha enamorado de C y por ello quiere dejar a B, pero le sabe muy mal. Se siente culpable e incapaz de ser sincero y exponer con claridad la situación ante B. Puede que sus propios valores estén confrontados y por ello A no se perdona a sí mismo lo que le ha ocurrido, pero aun así no quiere soltar a C.
En ocasiones, cuando esto ocurre y B conoce la existencia de C, hay el peligro de quedar atrapados en una relación a tres. Si B se da cuenta que A no tiene las cosas claras y le ve afectado emocionalmente por la situación, puede que decida esperar a ver si se decide o si lo va viendo claro. Puede que B incluso le permita que pruebe a ir con C para que descubra lo que quiere o como se siente. Es una situación más que humillante, está claro, pero B se aferra a la esperanza que A le brinda, al decirle que no sabe lo que le ocurre o lo que quiere.
También puede suceder que A, debido a la culpa, no explique a B nada sobre la existencia de C, y decida dejar a B, pedirle tiempo, distanciarse, cuando lo único que hace es seguir quedando con C pero sintiendo menos culpa ya que han decidido separarse con B. B no lo interpreta igual, a su manera solo le deja espacio para que vea las cosas claras y vuelva todo a ser como antes.
Sin duda, se trata de situaciones muy dañinas para B, que en la mayoría de casos vive abrazado con fuerza a la traicionera esperanza.
– Y como no, hay casos en que A decide dejar la relación de hoy para mañana. B tal vez creía que estaba en una relación sana, que funcionaba, en la que todo iba bien, y de repente tiene que asumir y aceptar que todo acabó. Se queda ahí destrozado como si de un golpe se lo hubieran arrebatado todo y le hayan dejado tirado en una cuneta, abandonado, perdido y sin dignidad. No hay marcha atrás, A se muestra inflexible ante B que no entiende nada. Si B ve que A está mal cree que hay esperanzas pero A se sigue mostrando inflexible y diga lo que diga, no vuelve al lado de B.
Sin duda es de las rupturas más duras que existen, el Síndrome del corazón roto. La pérdida de autoestima es muy fuerte y lo ideal es realizar un trabajo para fortalecerla, comprender lo que ha sucedido y aprender lo necesario asumiendo la propia responsabilidad en lo ocurrido, para crecer con esa experiencia evitando así que se vuelva a repetir en el futuro.
Cuando ambos deciden dejar la relación de pareja
Por supuesto existen también las rupturas en las que A y B se dan cuenta, más o menos al mismo tiempo, de que se sienten más como dos buenos amigos que como pareja. Ya no hay atracción sexual y comparten vida y piso pero no tienen proyectos futuros en los que sueñen de manera conjunta.
En estos casos la separación no es traumática y supone una liberación para ambos, sintiéndose felices de corazón en el momento en el que saben que el otro se ha vuelto a enamorar (cosa impensable y devastadora para alguien que es abandonado por su pareja sin desearlo).