“Vamos a empezar de cero”
¿Cuántas veces habré escuchado la expresión “Hemos decidido que vamos a volver a empezar de 0”?
Y lo peor es que lo he escuchado en boca de personas que han vivido episodios que han sido auténticos dramas. ¿Se puede volver a empezar de cero, en una relación de pareja? ¿Qué significa realmente “empezar de cero”?
Cuando hablamos de empezar de cero, nos referimos a hacer una especie de reset, es decir, a borrar todos los datos que hemos ido archivando hasta el momento (las experiencias, las vivencias, las tristezas, el sufrimiento), y es que si sentimos la necesidad de “volver a empezar” es porque lo que hemos vivido hasta ahí ha sido tan pésimo, que queremos borrarlo, no queremos ni recordarlo. Y si lo enfocamos así, ¿por qué nos empeñamos en seguir insistiendo al lado de alguien con quien lo vivido queremos borrarlo de tan malo que nos parece?
Tal vez es porque tenemos miedo de que si no es esa persona no habrá ninguna más y solo nos quedará como destino esa tan temida soledad. O tal vez es porque nos aferramos a ese yo que se qué, que dibuja nuestra mente, ese escenario de ensueño que estamos convencidos que un día tendremos al lado de esa persona. Y todo porque en los primeros días de relación, cuando nos enamoramos locamente, nos tuvimos una especie de iluminación y lo vimos claro.
Pero claro, por muy nítido que lo viéramos cuando ni siquiera le conocíamos, si después resulta que la experiencia nos demuestra que la realidad es otra completamente opuesta, ¿por qué no decidimos cambiar el rumbo? ¿Reajustar nuestras lentes?
La cuestión es que en la mayoría de casos lo que hacemos es eso, seguir allí, ignorar que nos queda la opción de rendirnos y aceptar que hemos elegido mal a nuestra pareja, e insistimos una y otra vez dándonos cabezazos contra una pared de hormigón.
Nos alimentamos, con un gota a gota de la ilusión, de la esperanza, de un sueño. Por algún motivo tenemos la certeza de que somos capaces de hacer realidad aquello que vive en nuestra imaginación.
Yo creo que parte de ello se debe también al poder de las reconciliaciones. Cuando estamos heridos lo pasamos muy mal, pero cuando uno ve al otro mostrarse profundamente arrepentido, llorando, suplicando perdón y prometiendo lo imposible, ahí nos desintegramos. Sentimos una fuerza tan grande en nuestro interior que incluso conseguimos borrar momentáneamente lo que ha ocurrido hasta ahí y centrarnos solo en el futuro idílico y lleno de amor, aceptación y respeto, que aún no conocemos, pero que estamos seguros que vamos a empezar a construir.
¿Por qué estamos seguros? No lo estamos. Es más, en el fondo yo creo que todos sabemos que eso nunca sucederá. Nos encantaría, daríamos lo que sea para que así fuera, pero en nuestro foro interno, ahí done ni siquiera nos atrevemos a mirar, sabemos que eso no será. La idea de que nunca será nos genera un pánico tan y tan enorme que para nosotros es devastador.
Por ello, podemos afirmar que cuando nuestro objetivo es “volver a empezar de cero”, lo único que decimos es “estamos muertos de miedo como para enfrentarnos a la ruptura, aún no estamos preparados, preferimos sufrir un poco más estando dentro”.
Desde el momento en que nos planteamos la opción o necesidad de empezar de cero, es que ha pasado algo demasiado dañino y en este caso, es importante que recordemos que lo más probable es que si eso tiene que ver con la manera de funcionar o comportarse de la otra persona, sin ninguna duda seguir allí será sinónimo de seguir sucediendo. En otras palabras, seguir allí sería una mala elección.