Separación con hijos

La separación consciente es un proceso diseñado para apoyar a parejas que estén afrontando una separación, ayudándolas a poner fin a su relación de manera consciente, respetuosa y positiva. Es decir, una ruta que nos enseña cómo romper de manera que genere las mínimas heridas entre los miembros implicados.

El objetivo de una separación consciente es aprender a separarnos de manera que seamos capaces de crear nuevos acuerdos de cooperación, que permitan que todos ganen y puedan seguir adelante, eliminando las emociones de enfado y resentimiento, que lo único que hacen es complicar el proceso.

No en vano, cuando entre los dos hay rabia y resentimiento, los perjudicados acostumbran a ser los más vulnerables: nuestros hijos. Separarnos de manera consciente también los beneficia a ellos, porque aprendemos cuáles son las estrategias que más les ayudarán a vivir este proceso de la forma menos traumática posible y normalizar la nueva situación lo antes posible.

Se trata de mejorar la relación con tu expareja, reforzando el respeto mutuo y aceptando el final de la relación por el bien de tus hijos.

Una situación compleja y delicada

Las separaciones que se producen habiendo hijos pequeños son, sin duda, situaciones mucho más complejas y delicadas a las que hay que prestar una atención mucho más profunda. Cada vez son más las personas que vienen a realizar algunas sesiones porque por ser sus hijos lo más importante, quieren hacerlo de la mejor manera posible. Y eso me parece que dice mucho de los padres que lo hacen. Los resultados de una buena gestión emocional se notan a la larga.

Cuando una pareja se rompe uno de los debates más importantes, que es necesario abordar, es el “cómo afectará a nuestros hijos”. Las emociones tienen un papel fundamental en cómo transmitirles la situación. En este momento tan delicado se pondrá a prueba nuestra capacidad de ser racional y pensar, en primer lugar, en el bienestar de los niños, controlando nuestros impulsos y emociones.

En muchas ocasiones y, pese a que un padre siempre quiere hacerlo lo mejor posible, por estar atravesando una ruptura (a menudo no deseada) y un proceso de duelo, no llevan el proceso de la separación de manera correcta en lo que concierne a sus hijos. A veces hay una clara sobreprotección, otras veces uno actúa desde la víctima delante del niño, otras siente rabia contra el otro progenitor por considerar que no está haciendo las cosas correctamente… Hay situaciones que no son nada fáciles de gestionar y más cuando hay sentimientos y emociones de por medio, y además, teniendo en cuenta que nadie nos ha preparado para esto. Igual que no nos preparan ni nos enseñan a ser padres, no nos preparan para enfrentarnos a una separación con hijos en común y cuando dos padres se separan de forma consciente, buscando siempre lo mejor para el hijo, los resultados se notan claramente.

Una separación de los padres no tiene por qué ser un trauma de por vida para el niño. Un trauma se produce cuando hay un abandono o una pérdida de uno de los dos, eso sí que requiere de un proceso para asimilarlo y gestionarlo bien por dentro, pero una separación, siempre que esta permita la presencia de ambos por igual en la vida del niño (siempre que no se trate de una persona tóxica o peligrosa para el niño), no le genera ningún trauma.

Por esto, tras todos estos años de experiencia, siempre es recomendable y muy positivo hacer una consulta a un experto para saber si el modo en el que estamos haciendo las cosas, es el mejor para el correcto desarrollo emocional de nuestros hijos tras la separación.

Cómo comunicarle la separación a nuestros hijos

Una vez los adultos tomamos la decisión de separarnos tenemos que plantearnos “cómo y cuándo” se lo diremos a nuestros hijos. Como padres queremos protegerlos de todo sufrimiento pero es necesario que el niño sepa y entienda “qué está sucediendo” en casa. Nuestra función principal será la de pensar una explicación adecuada para la edad de nuestro hijo y transmitirla con serenidad y calma; haciendo hincapié en el amor incondicional que tenemos hacía él. Debemos dejar claro que se trata de una decisión entre adultos, evitando temas conflictivos como: relación conyugal, temas económicos, disputas familiares, terceras personas…

La noticia causará un gran impacto emocional en él y por ello necesitará tiempo para asimilarlo. Es muy importante que estemos a su lado para escuchar sus inquietudes y necesidades, mostrándonos pendientes de su estado de ánimo y acompañándolo con prudencia durante este proceso. Tenemos que tener en cuenta que cada niño es distinto y por lo tanto sus reacciones pueden variar: tristeza, negación, llanto, mal comportamiento…

Debemos preservar a nuestros hijos de discusiones y desacuerdos evitando usar los niños como mensajeros. Nosotros somos quienes tenemos que encontrar una vía para poder comunicarnos con el otro progenitor. Para poder garantizar su bienestar debemos seguir decidiendo conjuntamente y pensando siempre en lo mejor para ellos. No es buena idea hacerles escoger entre uno u otro ni tampoco cuestionar a nuestra ex-pareja delante del niño, ya que eso les puede causar sentimiento de soledad, miedo e incluso hacerles sentir culpable por la situación.

El tiempo será una herramienta clave para nuestros hijos. Debemos darles tiempo para entender y aceptar la ruptura, dando paso a la aceptación y finalmente a la normalidad. Respetar los tiempos de cada niño y entender que deberemos ser pacientes con ellos, sin dejar de hacer nuestras vidas, será fundamental para fomentar el bienestar en la familia. Con afecto y tiempo estarán preparados para aceptar a otras personas importantes para nosotros como nuevas parejas o hermanos.

Como padres debemos entender que para nuestros hijos somos importantes y únicos. Ellos nos quieren y nos aceptan tal y como somos y si ven que nos hablamos mal o peor aún, si hablamos mal al niño sobre el otro progenitor, no lo entenderán y les puede afectar de manera muy negativa.

Por ello, debemos tratarnos con respeto, porque ellos nos quieren a los dos por igual y quieren poder compartir su vida de igual manera con ambos.

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