Descubrir una infidelidad
La vida de Lola cambió rotundamente aquella mañana de Marzo, cuando por fin tocó fondo y decidió abrir los ojos a la realidad. Su mundo se vino abajo al descubrir que su marido Roberto tenía una relación paralela con la nueva empleada del banco en el que trabajaba. No había sido una infidelidad puntual, llevaban seis meses de relación.
Lo descubrió todo de la manera habitual en la que suelen suceder estas cosas. Roberto se dejó su sesión de correo abierta y Lola casi pierde la conciencia cuando empezó a leer un mail tras otro, dirigidos y recibidos de una tal Leticia.
Las partidas con los amigos, la operación de Luis, el curso de cuatro días a Pamplona, las cenas con los directivos…todo era mentira. Seis meses de engaños y humillaciones. Incluso planeaban alquilar un piso en el centro de la ciudad y por supuesto, él iba a dejar a Lola.
Pero lo peor no fue esto. Siguió mirando el correo, y descubrió otra infidelidad hacía un año y medio con una asesora que tenían,y encontró también otros correos que intercambiaba con otras mujeres que ella no conocía. Lola quería desaparecer. ¿Cómo podía haber estado tan ciega? ¿O puede que en realidad lo supiera?
La verdad es que las mujeres tenemos la intuición muy desarrollada y en mi opinión, estas cosas siempre las sabemos. La cuestión es si queremos aceptarlo o no. Aceptarlo significa un cambio importante. A veces implica dejar de tener la vida que tenemos, con nuestras comodidades y nuestras rutinas, implica que todo el mundo sepa que nos han dejado por otra mejor y esto nos puede hacer sentir muy humilladas y además, implica perder definitivamente a la persona que supuestamente queremos tanto.
Por todo ello, demasiadas veces, la persona que se encuentra en una situación así, decide seguir engañándose y hacer como si nada, hasta que la realidad pesa tanto que le cae encima.
Tipos de infidelidades que debes conocer
Para mí, en general hay dos tipos de infidelidades:
– Una infidelidad puntual: A veces por cosas que van sucediendo en nuestro día a día, podemos cometer el error de no cuidar suficiente la relación de pareja. A veces el otro nos está reclamando atención, nos pide afecto, nos recuerda que está ahí pero ni siquiera le vemos. Puede que sea porque tenemos que cuidar a un familiar enfermo o por problemas en la empresa o por lo que sea. La relación hay que cuidarla y mimarla o se va marchitando poco a poco. En este tipo de situaciones, es posible que aparezca una tercera persona que le de el cariño que necesita, que le haga sentir importante y puede ocurrir la infidelidad.
Aun así, si hay amor sano y real, el que ha sido infiel no podrá soportarlo y lo confesará. Son situaciones en las que si hay una buena comunicación entre los dos, o con la terapia de pareja adecuada para superar una infidelidad, se pueden dar cuenta de lo que fallaba y que en realidad tienen los ingredientes que necesitan para estar bien. Con ello, si los dos están dispuestos a volver a cuidarse mutuamente porque así lo desean de verdad, el vínculo puede restablecerse y la relación puede seguir creciendo mucho más fortalecida de lo que estaba.
– Una infidelidad que ha durado meses. Cuando la persona que ha sido infiel ha llevado la relación paralela durante meses (incluso a menudo ocurre que en el pasado ya han habido otras relaciones paralelas también) con lo que ello implica (llegar a casa cada día, fingiendo, mintiendo, actuando y ocultando), en este caso, es evidente que no hay amor. No puede haberlo de ninguna manera. Alguien que nos quiere está claro que no nos va a tratar así y jamás jugaría con nosotros de esta manera.
Si decidimos “luchar” por seguir con la relación, necesitaremos muchas explicaciones que seguramente no nos van a dar y nos pondremos en un papel que nos costará mucho encajar.
Nuestra dignidad está por los suelos y nuestra autoestima probablemente no logramos encontrarla. Las mentiras nos hacen mucho daño pero el hecho de sentirnos abandonados por el otro sin habernos dado cuenta, es mucho más humillante y profundo.
Debemos reforzar nuestra confianza y recuperar la conciencia de lo que valemos, lo que somos y hacia dónde vamos. Seguro que la dirección de nuestros propósitos no están ahí, con una persona que no nos quiere, ni nos cuida, ni nos protege.
Y aunque prometa o jure no repetirlo, una persona que nos ha hecho esto no es merecedora de nuestro tiempo ni mucho menos de nuestro amor.