El caso de Eduardo – dependencia emocional
Te vas a dormir por la noche inquieto, triste, pensando en qué fue lo que originó la discusión esta vez…
Te levantas por la mañana y te sientes triste, vacío, abatido, sin ilusiones…
Te miras al espejo y te preguntas ¿Quién es ese? ¿Dónde estoy yo? ¿En qué momento renuncié a mí mismo? ¿Cómo pude hacer algo así?
Te levantas por la mañana y te sientes triste, vacío, abatido, sin ilusiones…
Te miras al espejo y te preguntas ¿Quién es ese? ¿Dónde estoy yo? ¿En qué momento renuncié a mí mismo? ¿Cómo pude hacer algo así?
Y lloras. Lloras de tristeza, de impotencia, de frustración, de rabia…te sientes perdido y no sabes por dónde empezar a ordenar, a reparar, a reconstruir.
Ella se levanta, la miras y te preguntas por qué no puede cambiar esa manera de actuar, de tratarte…no entiendes por qué os es imposible comunicaros de una manera que os permita comprenderos el uno al otro, acercaros, atravesar barreras y volver al amor.
Abres tu armario y te das cuenta que tu ropa ya no es la que tú elegirías. Igual que tú, tu ropa ha perdido tu identidad. Vistes como ella quiere, haces las cosas como ella decide, te trata mal y acabas por pedirle perdón . Te besa después de hacerte sentir que no estabas a su altura…
Sales a la calle y recuerdas la conversación del otro día con tu mejor amigo…te preguntaba “¿Por qué sigues allí?” y tú sentías que habías acabado los argumentos…con él ya no podías utilizar el absurdo “porque la quiero”…ya no.
Respiras hondo. Inhalas la seguridad de que la relación está completamente muerta, que no tiene sentido seguir allí porque no te aporta nada. Eres consciente de que tienes una relación de dependencia emocional que te dificulta cortar con ella. Tu autoestima se ha hecho tan pequeña que ya ni siquiera la encuentras…y tu dignidad…te preguntas si en algún momento has tenido dignidad…Sabes que no la quieres, entiendes que no te quiere…al tomar aire tomas conciencia de todo esto…Pero después exhalas…y con la exhalación sientes el miedo a quedarte solo, a no encontrar a nadie más, a imaginarla besándose con otro, a que con otro llegue a ser feliz…Ansiedad, locura, miedo, pánico, incapacidad, ahogo, impotencia, frustración, tristeza, llanto, incomprensión, soledad…mucha soledad…esto es la Dependencia Emocional.
Eduardo se siente incapaz de salir de ese laberinto de aparente no retorno. Lo ha intentado tantas veces. Ha conseguido estar sin ella dos días. Ese ha sido su récord. Dos días en cuatro años de lucha, angustia e infelicidad.
Cuatro años que se mantenían en vida, alimentados por la ilusión de lo que podía llegar a ser la relación. Ilusiones, sueños imposibles, inventando al otro, idealizando para justificarnos…
El otro no puede dejar de ser quién es.
Debemos tener claro que hemos elegido al otro siendo así. Si llega un momento que nos damos cuenta que no nos gusta, debemos irnos de allí. Jamás deberíamos elegir quedarnos a su lado y empezar a llorar porque no nos gusta o nos sentimos infelices junto a él. El otro es como es y tiene todo el derecho a ser así. Si no te gusta, debes irte.
Si no te sientes capaz de irte, pide ayuda, fortalece tu autoestima, recoge tu dignidad y sigue adelante sin volver a mirar atrás.