¿Mariposas en el estómago después de la dependencia emocional?
En uno de los últimos posts que publiqué, varios de vosotr@s me hacíais la misma pregunta: ¿Es normal después de haber sufrido en una relación con dependencia emocional, empezar una nueva relación en la que no estamos mal, pero sin embargo no sentimos las mariposas en el estómago cuando pensamos en él? ¿Son miedos? ¿Es que hemos elegido mal otra vez? ¿Nos hemos vuelto a equivocar?
Efectivamente, puede suceder que empecemos una relación que al inicio no sea tan efervescente, sobretodo cuando salimos de otra que ha sido especialmente tormentosa .
Las situaciones pueden ser varias, vamos a analizarlas:
- Es posible que le hayamos elegido, porque nos atrae el hecho de que tiene aquello que le faltaba a la anterior pareja tóxica que tuvimos. Si el anterior era muy cerrado y poco comunicativo, puede que éste sea extrovertido y sociable, si el otro jamás me reconocía nada puede que éste me llene lo oídos de halagos y palabras bonitas, etc. Lo que debo descubrir, es si aparte de tener aquello que le faltaba al otro, encaja con la persona que yo estoy buscando y con la que me voy a sentir auténtica y feliz. Está claro que necesitaré un tiempo para descubrirlo. Puede que necesite más del que imagino, porque aún estoy en mi proceso de duelo de la anterior relación. Con el tiempo, lo averiguaré y sabré lo que siento realmente por él.
- También puede ser que esta nueva relación encaje por completo con nosotros, pero que sin darnos cuenta no nos demos el permiso para soltarnos y disfrutarla. Tenemos miedo a volver a perder la autoestima y generar una nueva dependencia emocional y se transforma en dudas que nos vuelven indecisos, inseguros y cerrados. Vemos que estamos bien pero que no nos hace vibrar tanto como recordábamos haberlo hecho…y entonces volvemos a dudar… En estos casos, lo mejor es dejarnos llevar. Si nos sentimos cómodos y bien al lado de la otra persona, debemos ser sinceros respecto a nuestras dudas, compartir nuestros miedos y explicar en qué punto nos encontramos. Si el otro tiene paciencia y la actitud adecuada, puede que poco a poco consigamos abrirnos, relajarnos y volver a ser quienes éramos de verdad.
- No debemos olvidar que abrirnos significa exponernos al peligro, quitarnos las armaduras y mostrarnos con transparencia y espontaneidad. Cuando hacemos esto, si intentamos no olvidar que en el amor no hay garantías, asumimos que puede salir bien o no. Si lo hacemos en el momento en el que vamos conociendo más al otro y vemos que encaja con nuestros valores, tendremos más probabilidades de que aquello acabe funcionando. Si en cambio nos abrimos a la nueva historia sin saber qué hay en él y entregándonos por completo a una idealización que ha creado nuestra mente, entonces quizás hubiera sido mejor seguir con la armadura a cuestas
En cualquier caso, debemos tener claro que en el amor no siempre se nos despiertan los mismos sentimientos, de la misma manera y en el mismo momento en cada relación. Que hoy no sienta aquello que sentí anteriormente no quiere decir que no lo vaya a sentir nunca. Si es la persona adecuada para uno, las emociones se van a ir despertando a medida que nos relajemos y nos centremos en disfrutar.
Y si no lo es, ya lo sabéis…a las primeras señales distorsionadas, ¡hay que salir corriendo!