Los principales síntomas de la dependencia emocional
La mayoría de las personas que sufren dependencia emocional, cuando leen o escuchan a alguien hablar de este tema por primera vez, acostumbran a quedarse heladas, sin articular palabra y con una mezcla de tristeza y esperanza al mismo tiempo.
Aquellos que se sienten identificados con los síntomas de esta adicción, sin duda están sufriendo mucho desde hace tiempo, tal vez meses, tal vez años…, y en este tipo de casos, os aseguro que esto es una eternidad.
Aunque en la mayoría de casos se pasa por una experiencia muy parecida, dentro de la diversidad de síntomas que acostumbran a aparecer, cada persona se sentirá identificada con alguno de ellos pero tal vez no en otros.
Síntomas de la dependencia emocional
Veamos a continuación, cuáles son los síntomas más frecuentes que sufren las personas con dependencia emocional:
- Necesitar al otro, no concebir la vida sin él.
- Exigir a nuestra pareja que dé muestras constantes de que está enamorado, ya que si no, interpretamos que no somos importantes “para él/ella”, que no nos quiere “lo suficiente”. Sentimos que tiene que hacer más por la relación y no lo hace.
- Desear que en todo momento quiera estar con nosotros, que nos haga sentir constantemente que somos su prioridad, aunque generalmente, por la manera de ser del otro, esto no sea así.
- Querer cambiar al otro. A la persona dependiente, en realidad no le gusta cómo es su pareja; de hecho, sufre mucho por su manera de ser y comportarse, por su personalidad.
- Sentir un terrible pánico a que el otro nos abandone.
- Necesitar el control absoluto del otro (lo cual lleva a discusiones importantes de la relación).
- Acostumbran a ser relaciones en las que hay rupturas reiteradas y sucesivas reconciliaciones, siempre volviendo con los mismos propósitos de cambio una y otra vez. Aunque, por supuesto, nada cambia.
- Dejar de ser nosotros mismos, de acuerdo a nuestra personalidad, para gustar más al otro, para asegurarnos de que el otro siga eligiéndonos y no nos abandone.
- Sentirnos absolutamente incapaces de dejar la relación, por mucho que sepamos que debemos hacerlo.
- Dejar de lado amigos, seres queridos…, ya que el mundo gira totalmente en torno a él/ella. Nos vamos aislando, aunque el otro, a menudo sigue con su vida.
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