¿Es la convivencia la única forma para ser felices en pareja?

El matrimonio y la posterior convivencia era el único modelo aceptado y llevado a la práctica hace unas décadas, pero los tiempos han cambiado y los seres humanos también, y con ello nuestra forma de relacionarnos, de vincularnos y de desarrollarnos. Y, en consecuencia, han aparecido nuevas fórmulas y opciones dentro de cada relación. La pregunta es: ¿Hay un modelo correcto?
Hay quien a día de hoy aún defiende que si estás en una relación, tiene que haber una convivencia para poder conocer, descubrir y construir. Otras, en cambio, están convencidas de que este modelo no funciona, de que la convivencia permanente acaba asfixiando, cambiando e incapacitando, inevitablemente, a uno de los dos.
Pero es cierto que por nuestra educación, nuestra cultura y también por el propio funcionamiento de nuestro cerebro, tras enamorarnos sentimos que nuestro deseo de compartir más momentos con la otra persona crece y queramos compartir nuestro día a día juntos.
La convivencia en pareja y sus dos alternativas
- La convivencia nos permite conocernos más y compartir a otro nivel. Ganamos en intimidad como pareja pero puede quitarnos intimidad individual y momentos de conexión con nosotros mismos. Puede quitarnos libertad para ser quienes sentimos que queremos ser. Por este motivo, la convivencia será una buena decisión siempre que haya un espacio para la comunicación en el que podamos expresar lo que necesitamos, lo que no queremos y lo que nos gusta del otro, y un espacio personal (el que cada uno sienta que necesite) para sentir que seguimos siendo fieles a quienes somos de verdad.
- La convivencia a tiempo parcial, en cambio, es la que aplican aquellos que tienen una relación estable y comprometida pero en la que cada uno tiene su hogar y determinados días de la semana se juntan en uno u otro. Conviven parte del tiempo mientras mantienen su propio espacio físico personal. Quienes practican esta opción afirman que es perfecta y les aporta mucho equilibrio y bienestar. Sienten que cuando se juntan es porque lo eligen conscientemente pero no fuerzan nada y se respetan a sí mismos si un día quieren mantenerse en su espacio de soledad o de conexión con otras personas importantes de su vida.
- La no convivencia. También hay parejas que tienen claro que no quieren convivir. Se encuentran cuando a ambos les apetece pero no conviven y cada uno tiene su vida construida por su cuenta. Este es un modelo que a la larga suele fracasar porque hay un nivel de implicación en la relación demasiado bajo e inconsistente.
Todos los modelos y opciones tienen sus más y sus menos, pero está claro que cuando hablamos de relaciones de pareja, lo verdaderamente importante es que los dos miembros estén cómodos con la opción elegida y que nadie acepte una opción que no desea.
Aun así, está claro que cuando estás bien con alguien y construyes una relación de pareja, eso conlleva que crezcan en ti las ganas de compartir más momentos con esa persona y que acabes dando, de forma casi natural, el paso de convivir. No olvidemos que somos seres sociales y que si el amor que sentimos es sano y nos suma, con la convivencia aumenta nuestra sensación de seguridad, protección y cercanía.
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