Saber discutir
¿Lográis hablar sobre ese tema en cuestión, de manera pausada y tranquila?, ¿mantenéis el tono de voz habitual?, ¿se os acelera el corazón?. Y por otro lado, ¿qué es lo que sientes?, ¿sientes rabia o impotencia si no logras convencerle de tu punto de vista?, ¿te sientes herido y te encierras en ti mismo hasta que han pasado unos días mientras tu pareja te persigue para que lo habléis?. ¿Sientes que tu pareja te comprende y acepta tu manera de verlo?
Aunque haya quien asegure lo contrario, en toda relación de pareja hay discusiones. Debe haberlas. De no ser así, podemos preocuparnos porque algo no va bien. Y cuando hablamos de discusiones, no estamos hablando de gritarnos insultándonos y rompiendo puertas de un puñetazo. Discutir es una manera de comunicarnos cuando tenemos puntos de vista o maneras de ver un mismo hecho diferentes. Al intentar que el otro comprenda por qué nosotros lo vemos de esa forma, el otro intenta hacer lo mismo y allí aparece una discusión. Pero las discusiones son constructivas y nos permiten ampliar nuestros puntos de mira. Puede que la perspectiva del otro nos haga pensar y cuestionarnos la nuestra.
Al principio de una relación, no debería haber discusiones frecuentes. Aun así, es normal que aparezca alguna porque nos estamos conociendo y nos estamos ajustando el uno al otro, con lo cual tendremos que hablar para llegar a puntos intermedios de acuerdo en muchos aspectos.
Cuando aparece el enfado en una discusión de pareja
Cuando aparece el enfado es básica una buena comunicación. En el libro “Los hombres son de Marte y las mujeres de Venus”, John Gray explica muy bien la manera diferente de reaccionar de los hombres y de las mujeres.
Ellos a menudo actúan como “gomas elásticas”. Se apartan, y es como si tiraran de esa goma, se van alejando hasta que llega un momento que sienten que ya empieza a tirar demasiado y si les has dejado hacer ese proceso, sueltan lo que haya pasado y vuelven de inmediato estando bien.
La dificultad viene porque las mujeres tenemos la necesidad de hablar las cosas rápido, en el momento, en caliente. Y eso es bastante peligroso. Si no les dejamos que hagan su proceso se alejan aún más, y eso nos va separando y va enfriando la relación hasta que pueda que la goma se rompa.
La comunicación sana en la relación de pareja
No hay duda que la única vía para la paz y el reencuentro es la comunicación. Hay que hablarlo. Aun así, no hace falta hacerlo en ese mismo instante en el que surge la discusión o el desencuentro, ni tampoco habría que esperar tres días.
Una vez pasada la tormenta, deberíamos escucharnos a nosotros mismos, reflexionar sobre lo que ha pasado. Si la discusión se nos ha ido de las manos, hay que analizar el por qué y discutir con conciencia. Es necesario que seamos conscientes de cual es la parte que ponemos nosotros para que haya sucedido aquello. Los dos tenemos nuestra parte de responsabilidad y cada uno debe aceptar la suya.
Hecho esto, podemos encontrarnos con el otro y hablarlo, pero siempre desde uno mismo. No debemos culpar al otro sino que cada uno debe hablar de su parte, de lo que siente, de lo que piensa sobre lo sucedido y de lo que cree que hay que modificar.
Siempre desde el respeto y el amor, ya que si cuando discutimos faltamos al respeto al otro o le decimos cosas que no le queríamos decir, tendremos pocas posibilidades de hacer crecer la relación de una manera sana.