Trátame bien
Hace unos días estaba haciendo cola para pagar en una tienda, y no pude evitar fijarme en la pareja que tenía delante. De entrada se les veía bien. Él le explicó algo a ella, algo así como “Ayer ví a Marcos en la cafetería Copernico y me comentó que por trabajo se traslada seis meses a Berlín”. A continuación, ella le preguntó: “¿Ah si? Pero si Laura justo acaba de quedarse embarazada….¿Cómo lo van a hacer?” Y automáticamente el chico le responde: “Y yo qué sé cómo lo van a hacer, no se lo pregunté porque no me importa, eso son sus problemas, solo te estoy contando lo que me dijo, siempre tienes que saberlo todo!”
La verdad es que me sentí muy mal por la chica…¿Por qué le hablaba de aquel modo tan irrespetuoso?
Me quedé pensando en aquel hecho y me di cuenta que eso es algo que todos hacemos a menudo.
Respeto, ternura, educación, templanza, cariño, amor…son algunos de los muchos adjetivos que deberían ir unidos a cómo nos comunicamos y en consecuencia, como tratamos a los demás. Son muy raras las ocasiones en las que nos planteamos cómo nos sentiríamos nosotros en el otro lado, si fuéramos los que recibimos esa respuesta fuera de tono, llena de desprecio y desaprobación.
¿Por qué hablamos mal a nuestra pareja?
La verdad es que esto no es algo que nos pase solamente con la pareja. Acostumbra a ser también con nuestros padres y en general con las personas más cercanas que tenemos. Aquellos con quienes tenemos más confianza y cercanía.
Son personas que de algún modo, sentimos que no nos van a dejar, que no nos abandonarán, con lo cual, nos relajamos y damos rienda suelta a nuestras emociones negativas de ira, enfado o frustración.
¿Le hablaríamos así a un amigo o a alguien a quien pretendamos agradar? Probablemente no, porque sabemos que de hacerlo, el otro no lo va a consentir y se va a largar. Por ello nos esforzamos en elegir las conductas más respetuosas y aceptadas de nuestro repertorio, cosa que olvidamos con nuestra pareja o con nuestros padres.
A su vez, ellos se acostumbran a esta manera nuestra de tratarles en algunas ocasiones y no le dan importancia, a pesar de que la tiene, y mucha. Podemos ser personas respetuosas, educadas y complacientes pero aún así debemos poner atención a esos momentos en los que no nos sentimos bien y actuamos mal con el otro, que es quien menos lo merece. Debemos aprender a controlar nuestras emociones en esos momentos de más desequilibrio interior.
Es muy probable que el chico de la tienda no fuera consciente de que estaba hablándole mal a su pareja. Por ello creí que era necesario escribir este post, para que entre todos intentemos hacer el ejercicio de observarnos desde una cierta distancia, desde otra perspectiva (igual que cuando nosotros observamos a alguien más), y nos demos cuenta de cómo nos vemos y de cómo estamos tratando a nuestro ser querido.
Tomar conciencia de estas cosas, es el primer paso imprescindible para cambiar aquello que no nos gusta o no nos beneficia.