Tres consejos para evitar conflictos de pareja
Todas las parejas tienen problemas. T-o-d-a-s. Los problemas son inherentes a la vida y por supuesto que las parejas sanas tienen conflictos, la cuestión es que saben cómo gestionarlos antes de que supongan un problema para la relación.
El principal problema de pareja suele ser la manera de afrontar el resto de problemas. Es decir: la convivencia, las inseguridades, la diferencia de gustos… todo podría suponer una amenaza para una relación, pero no tendría por qué serlo si se sabe lidiar con estas complicaciones y trabajarlas en equipo.
La principal cuestión es entender que no se trata de “tú contra mí por este problema”, sino de “nosotros contra el problema, para ver cómo lo solucionamos”.
Por supuesto que hay veces en las que nos encontramos con circunstancias que hacen imposible la relación (como cuando uno quiere hijos y otro no, o uno quiere más compromiso y otro no, etc.), pero la mayoría de las veces el problema se enquista porque solo defendemos nuestra postura desde el ego, sin saber expresar qué ocurre ni entender cómo se está sintiendo el otro.
Por eso hoy os voy a dejar tres consejos muy básicos para empezar a enfrentar estos problemas de pareja de una manera mucho más consciente y responsable. Eso sí, para que se note un cambio positivo para la pareja, ¡tenéis que aplicar estos consejos los dos!
Cómo afrontar los problemas de pareja: 3 consejos básicos
1- Localiza qué necesitas y exprésalo asertivamente
Saber detectar qué te está molestando, qué necesitas o qué te pasa es mucho más difícil de lo que parece. A veces, ante algo, simplemente reaccionamos y nos ponemos en posición de defensa o ataque, cuando es mucho más fácil pararse un momento, pensar, detectar qué pasa, y transmitirlo con calma y respeto.
2- Descubre cuáles son tus detonantes para que la otra persona los conozca
A veces reaccionamos de forma desmesurada ante algo que no parece tan grave, y generamos un conflicto no por el problema en sí, sino por nuestra reacción.
(Por ejemplo, imagina que a ti te sienta muy mal que te digan las cosas en tono irónico: pues eso es probable que te enfade más que el mensaje en sí mismo).
Por eso es importante que detectemos esas cosas que nos molestan y se las digamos a la otra persona para que las tenga en cuenta. Así, en el momento de un posible conflicto, podrá cuidar de no usar un detonante, o tú podrás pedirle que busque otra manera de abordar la cuestión.
3- Gestiona bien los tiempos
Ya no solo dentro de una discusión de pareja (en las que a veces es recomendable parar y buscar un “tiempo muerto” o “tiempo fuera”). Si no antes y después de un conflicto o discusión. Porque a veces, en un primer momento, al enterarnos de algo o al recibir una noticia, nos “sube la temperatura emocional”, y en ese momento podemos reaccionar de manera menos asertiva y responsable. Es más recomendable esperar unos minutos u horas a que la intensidad baje y estemos más relajados para poder enfocar mejor el problema, detectar qué nos molesta y planteárselo a la otra persona como algo a resolver, no como un reproche.
Además, es importante también medir los tiempos después de una discusión, sobre todo si se quedan cosas pendientes. Hay muchas personas que optan por entender que, acabada la discusión, se ha acabado el problema, y no es así. Todos tenemos derecho a querer parar una discusión, a tomar el aire y a seguir después. Pero hay que seguir después. Porque si no, no solo puede enquistarse el problema, sino que vamos a hacer sentir a nuestra pareja que el tema no nos importa.
Y recordad que de lo que se trata es que la pareja supere el problema. No de que el problema se instale entre ambos.
¿Qué os parecen estos consejos?
Un beso,
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