Cuando el otro no acepta la ruptura
Algunos de vosotros me habéis dejado comentarios pidiéndome que hable un poco sobre qué pasa cuando estamos en el otro lado. Es decir, es cierto que casi siempre nos centramos en cómo soltar y decir “basta” a relaciones de pareja tóxicas o dañinas, pero ¿qué pasa cuándo somos nosotros los que queremos poner un punto y final a la relación y el otro no quiere aceptarlo de ninguna manera? ¿Qué pasa si a pesar de ser claros con nuestros sentimientos y nuestras intenciones de alejarnos, es el otro quien tiene dependencia emocional y no quiere quedarse sin nosotros bajo ningún concepto?
Puede que llevemos tiempo dándole vueltas, analizando los pros y los contras, auto observándonos y sumergiéndonos en nuestro interior buscando alguna pista, algo de luz… Y seguimos así hasta que llega un día que por algún motivo (porque nos sentimos atraídos por otra persona, porque siendo honestos sabemos que ya no le queremos, o simplemente porque queremos aprender a estar solos y aquella relación ya no nos llena ni nos aporta lo que esperábamos), lo tenemos claro. Nos armamos de valor y coraje y nos enfrentamos al otro: “Quiero separarme, quiero dejar la relación, ya no soy feliz y no tiene sentido que sigamos así”
CUANDO LE DEJAMOS
En estos casos, pueden pasar dos cosas:
-Que el otro tenga una buena autoestima y las dosis mínimas necesarias de dignidad, para salir ileso de una ruptura. En este caso, le va a costar un poco asimilarlo pero en pocos días lo habrá aceptado y seguirá adelante con ello mientras suelta la relación.
-Que el otro no tenga una buena autoestima, que ya no le importe su dignidad y debido a una dependencia emocional demasiado fuerte, que no quiera aceptar nuestra decisión. Está claro que son casos extremadamente duros tanto para el que está intentando dejar al otro como para el que está enganchado en esa relación absurda y vacía (puesto que si no hay amor, ¿qué sentido tiene?).
El que sufre la dependencia, puede encontrar pistas de qué hacer para llegar a la aceptación, en otros posts del blog, pero ¿cómo se siente el que está intentando dejarle?
Generalmente el que “es dejado” conecta con una enorme sensación de abandono que para él es devastadora. Sienten tanto pánico y tanto dolor, que se ponen del todo en el papel de “la víctima”. Con ello, el otro empieza a sentirse culpable, malo y todo un sin fin de adjetivos negativos, que le pesan tanto que a veces puede quedar atascado en el proceso de ruptura.
¿Qué suele pasar cuándo el otro no acepta la ruptura?
– Al ver al otro tan mal, interpretando su papel con tanto detalle y profundidad, nos lo creemos y ello nos impide seguir adelante con nuestra decisión. Nos “dejamos convencer” y aceptamos su propuesta desesperada de intentarlo de nuevo.
Es increíble cómo la persona que está en la víctima, se vuelve ciega y sorda a la vez, con la única finalidad de auto engañarse y no perderle de su lado. Le ha dicho que NO LA QUIERE, ¿Queda algo más por decir más claro y determinante que esto?
– Que sigamos con nuestra decisión de alejarnos, pero el otro siga en contacto con nosotros. En estos casos puede que no sepamos muy bien cómo actuar. Si nosotros no tenemos dependencia emocional, sentiremos que podemos ser amigos y seguir hablando puesto que hemos tenido una relación y hay confianza. Aun así, ya que la otra persona sí que está enganchada, esto no es nada bueno para ella. La vamos a confundir y seguirá con la ilusión de volver a conquistarnos. Nada más triste y humillante para una persona a quién le acaban de decir que no quieren seguir a su lado y no lo está aceptando.
Alimentar su ilusión y su esperanza, es lo opuesto a lo que debemos hacer.
Por el contrario, lo recomendable es:
– Hablar con el otro y dejarle claro que debido a su dificultad para aceptar nuestra decisión, hemos determinado alejarnos completamente por un tiempo.
– No debemos cambiar de postura por mucho que el otro no lo entienda, no lo acepte o nos monte una tragedia digna de William Shakespeare. El contacto 0 va a ser su mejor medicina, aunque de entrada se niegue a aceptarlo.
– Centrarnos en nuestra vida, intentando no coincidir ni contactar con la otra persona, marcándonos nuevos retos, objetivos y propósitos y mirando solo hacia adelante.