La Culpa y los cambios
La culpa es una emoción con la que cargamos a menudo los seres humanos, y que nos pesa de una manera insostenible… tarde o temprano, nos acaba haciendo daño a nosotros mismos.
Veo a diario diversos casos en los que la persona no toma decisiones, no da pasos hacia adelante en su vida, porque si no se sentirían culpables.
Otras personas, que han tomado decisiones en un momento determinado de sus vidas, que eran decisiones que “tenían que” tomar para liberarse de una historia insoportable a diferentes niveles, y que luego, en vez de abrazar y relajarse con la libertad, se amargan y se impiden ser felices porque arrastran un saco lleno de culpa que pesa más que ellos mismos. Y la van alimentando día a día, con la espalda encorvada, mirando al suelo… pensando en todo el daño que han generado.
Pero… y en cada una de estas historias, ¿quién piensa en uno mismo? Si bien, debemos valorar las consecuencias de nuestros actos, puesto que siempre las hay, no hay que dudar de que uno siempre debe estar en el primer puesto.
Está claro que nuestras decisiones nunca le van a gustar a todo el mundo, y que con cada paso que damos, hay personas que tendrán que re-adaptarse o re-ajustarse a su nueva realidad, si es que la anterior estaba unida a la nuestra. Ya sea en temas de relaciones de pareja, o temas laborales, de amistades, etc. No podemos olvidar que el ingrediente básico de nuestra vida, son los cambios. No hay nada estable y permanente para siempre. Y a todos nos toca aceptarlos cuando llegan, sea en el formato que sea.
Nunca nos parece un buen momento para afrontar cambios, y preferimos relajarnos en la rutina a la que ya estamos adaptados y sentimos que tenemos el control. Pero si somos nosotros quienes sentimos que queremos modificar alguna parte de nuestra vida, lo que no tenemos que hacer es renunciar a ello por no sentirnos culpables después.
La culpa tiene sentido cuando cometemos un acto o una conducta que está llevada a cabo con el objetivo premeditado de hacerle daño a otra persona. Si lo hacemos adrede para que a otro le duela o lo sufra, entonces somos culpables.
Pero si tomamos una decisión pensando en nosotros, porque es lo que realmente sentimos, lo que queremos, lo que nos dice nuestra intuición que debemos hacer, aquí no hay culpables. Como os decía, nuestros actos tendrán repercusiones y habrá otros que puede que sufran con ellas, pero nosotros no seremos culpables de nada. Si lo hacemos con respeto y amor, no tiene ningún sentido que decidamos cargar con el saco de la CULPA. Es absurdo.
Y a las personas que les haya afectado nuestra decisión, a quienes nuestro cambio haya supuesto un cambio y un desajuste en su rutina, tendrán que hacer un proceso para volver a crear una rutina nueva dentro de su nueva realidad.
Pero si lo pensáis…. ¿quien no ha tenido que volver a adaptarse nunca?