De la infancia a la autoestima
Ester es enfermera, tiene 34 años y trabaja en un hospital cerca de la playa. Nació en una familia estructurada y sus padres eran personas emprendedoras y ambiciosas que crearon una empresa que acabó siendo muy importante en su sector. Deseaban tener a su niña y la recibieron con mucha alegría e ilusión. Le dieron todas las cosas materiales que ella necesitaba, lo mejor de lo mejor. Pero a Ester le faltaba lo más importante, sus padres. La madre intentaba estar en casa siempre que el trabajo se lo permitía y el padre casi nunca lo conseguía, debido a su agenda colmada de reuniones y viajes.
Ester necesitaba a su padre, era su referente, la persona a la que más admiraba en el mundo…pero él casi nunca estaba allí. La imagen que tenía de él, era cuando venía de un viaje y le traía un regalo pero enseguida lo perseguía mientras se alejaba de nuevo.
Laura trabaja como administrativa en una empresa de transportes. Tiene 30 años y desde los 17 vive sola en un pequeño apartamento en el centro de la ciudad. Su madre la abandonó cuando ella tenía 3 años. No sabe muy bien qué pasó, pero jamás volvió a saber de ella. Ha pensado en buscarla varias veces, pero por miedo a lo que pueda encontrar, al final nunca lo lleva a cabo. Su padre siempre fue un hombre frío y arisco. De pequeño quedó huérfano y tuvo una infancia muy triste y oscura. Cuando Laura piensa en su infancia, solo recuerda tristeza y soledad…mucha soledad. Recuerda a su padre siempre gritándola y riñéndola y ella siempre intentaba hacer las cosas lo mejor posible para complacerle a él…pero a pesar de ello, él nunca estaba contento. Nunca era suficiente. Jamás le reconocía nada bueno y a partir de quedarse sin trabajo, empezó a beber por las noches. Ella tuvo que crecer muy pronto, dejar de estudiar y ponerse a trabajar para poder hacerse cargo de su padre.
Ester y Laura tienen historias muy diferentes pero que han tenido consecuencias parecidas. Ambas tienen una muy baja autoestima y una gran necesidad de reconocimiento. En su trabajo se esfuerzan muchísimo por hacerlo todo como se espera y no defraudar nunca. Tienen muy poca tolerancia al fracaso y la frustración. Cuando algo sale mal, se hunden de manera exagerada y les cuesta aún más volver a recuperarse.
La autoestima en la infancia: relación infancia – autoestima
Su mayor punto en común es su infancia. Si bien puede parecer muy diferente, ambas tuvieron unas carencias afectivas muy importantes.
Ester necesitaba a su padre y no estaba. Ella era pequeña y a un niño no puedes hacerle razonar y que entienda que el papá no está porque tiene que ir a trabajar y así poder cubrir sus necesidades. El niño quiere al padre y no le importa nada más. Le necesita. Si no le tiene suficiente, esa carencia le va a afectar. Sentirá que no es importante para él y cuando el niño se haga mayor, siempre tendrá la necesidad de sentirse importante para los demás, y siempre tendrá una especial sensibilidad para detectar situaciones en las que los otros le hacen sentir mal.
Laura tampoco tuvo a su padre. Le tenía pero no le daba afecto y la desaprobaba constantemente, haciéndole sentir que no valía para nada. Aun así ella siguió adelante, pero en su interior, siempre sintió que no era suficiente, que las demás siempre eran mejores que ella y que no merecía demasiado Debido a su baja autoestima, tendía a buscar el cariño de su padre a través de relaciones de pareja tóxicas a las que se enganchaba generando dependencia emocional.
Ester y Laura son dos mujeres con historias diferentes pero consecuencias muy parecidas. Las carencias afectivas, la ausencia de nuestros padres (generalmente debido al trabajo), la desaprobación o la falta de reconocimiento, son aspectos determinantes a la hora de impedir que el niño crezca con una autoestima fuerte y sana y que nos conducirán a que de mayores quedemos atrapados a relaciones de pareja tóxicas
A pesar de ello, con un proceso rápido y muy transformador, todos podemos reconstruir nuestra autoimagen y reconectar con el verdadero potencial que llevamos dentro.